Perfil de Mujer

Ayuda de Jesús

Cuántas noches de horror y de tristeza
Has sido tú mi alivio, Jesús mío,
Cuando ya deprimido triste y frío,
Tu consuelo ofreciste a mi flaqueza.

Solo Tú, mi divina fortaleza,
Amante y fiel auxilio en mi extravío,
Eres el único que tienes poderío,
Y ahuyentas el pavor de mi cabeza.

¿Qué dicha encontrará ningún humano
Lejos de ti, en afán desesperado,
Que próvido no dé tu amor sagrado?

En tí camino con talante ufano,
De estúpidas querellas despojado,
Radiante al gran final que tú has forjado.

_Rafael Marañón