No había más que verte
en tu presentación como obispo:
imagen clerical,
rodeado de clérigos guardaespaldas,
transmitiendo clericalismo.
A eso le llamas “nueva evangelización”.
Cuándo aprenderéis que así repeléis,
que no podéis evangelizar identificándoos
con un modelo tan poco espabilante.
¡Cómo vais a evangelizar
si no estáis dispuestos a dejaros conducir
por la naturalidad, la sencillez y la utopía
que resuma el Evangelio a borbotones!
* * *
Si te inspiras en Jesucristo
desprotégete abiertamente,
no te acomodes a lo cultural.
Sensibilízate a la anarquía
puesta de manifiesto por el Hijo del Hombre.
Mantén lo más corta posible la distancia
entre tu forma de vivir
y la forma en que vivió el Señor.
Jesús no inspira a convertirse en clérigo
y no obstante subido a ese pedestal apareces.
¿Quién te inspira de veras, hermano obispo?
* * *
Repetido es el empeño
que reúne a los obispos
a hablar de evangelización:
evangelización de esto,
evangelización de eso,
evangelización de aquello,
evangelización de todo, menos ellos.
* * *
De un maestro tan imprudente
te derivas tú, un obispo tan prudente.
En nombre del anarquista más perturbador
que nos consta,
te encargas tú de conducirnos
a un orden enajenante.
Tomando como referencia a un seglar profeta
tú enarbolas los rollos del sacerdocio.
Hay tratados (logia) pero no Dios (Teo)
que digiera esta teología vuestra.
* * *
Os habéis sentado como obispos
en la cátedra del Nazareno,
en la cátedra de Esteban,
en la cátedra de Pedro.
Pero vosotros habéis llegado y mantenéis una meta
donde no se sea confundido con gente peligrosa.
Os refugiáis en templos de ángulos traicioneros.
Al estilo de magos,
maestros de ceremonias
y canonistas
seguís haciendo desaparecer
la anárquica satisfacción.
* * *
¿Se aferró el Señor a la categoría de Dios?
No.
¿Os aferráis vosotros a la categoría de obispos?
Cualquiera lo puede ver: Sí,
como gatos panza arriba.
* * *
Os llenáis la boca
encabezando, inspeccionando,
proyectos de evangelización.
Pero ¿quién os evangelizará a vosotros, obispos?
¿Quién será capaz de evangelizaros?,
si no concebís la evangelización en dicho rumbo,
si estáis parapetados contra tal posibilidad
y la combatís con empeño corporativo,
a imagen y semejanza
de colegio médico o colegio de abogados,
sólo que en vuestro caso es colegio episcopal.
No contáis con el menester
de que la evangelización clame
hacia vosotros mismos.
Queréis evangelizar, no cabe duda;
pero es obvio, ¡por el mismísimo Evangelio!,
que no estáis dispuestos a ser evangelizados.
* * *
Observa cuán poco hay de fe convincente
en vuestros hábitos institucionales
y cuánto de añadidura sin sazón evangélica.
Celebraciones van y celebraciones vienen
a los ídolos del orden;
el Dios del mensaje anarquista, no,
no lo festejáis.
* * *
Solemne, catedralicio, engalanado,
un pastoreo muy notorio
cómplice de una caricatura de Buena Noticia.
El desorden y la espontaneidad del Señor
no se revestían de ostentación ritualista;
permite a tu piel airearse
en la misma anarquía de esperanza.
A pesar de ser obispo aprende
a vivir sin altar y sin sagrario.
¿Que qué sería de ti si liberases el alma
del frasco meramente relativo?
Pagarías el precio del desorden santo
y adquirirías la gracia infinita
de ese comportamiento.
* * *
Sois ricos en libros de reglas y liturgias,
en exposición de hostias y de clericalismo,
en salas de reuniones y patrimonio artístico,
en ordenamiento donde el aire está viciado;
pero fíjate,
el sistema vital de cancerosos
y otros graves enfermos
es pobre en oxígeno
(lo más asequible, lo menos costoso,
lo que los ignorantes desprecian
por ser una de las maravillas
simples, libres, al alcance de cualquiera),
y de igual forma vosotros atesoráis
una amplia gama de realidad insulsa,
al tiempo que padecéis pobreza en oxigenación,
notoria a la vera y a lo lejos.
¡Y cómo os lo piden las células,
ya por Dios, por Amor, por Naturaleza:
O X I G E N A C I Ó N !
* * *
Es indignante que entre personas
donde se hace memoria
de la extraordinaria actitud de Jesús,
los obispos se obstinen en parecerse
a los directivos
de empresas, de ejércitos, de gobiernos,
del mundo.
Admitamos en principio
que el obispo se debe
a la planificación piramidal
que le ha nombrado,
pero contemos también
con que el obispo hace suyas
las convicciones siempre ortigantes
del Evangelio,
entonces nace el conflicto,
interior y hacia afuera,
porque un cristiano,
inclusive el que se mueve de obispo,
tiene que estar dispuesto a perder
la vida, la familia, el episcopado
por ser un hombre evangélico.
Esta no es una cuestión insignificante.
* * *
Si tu naturalidad es la clérigo-manía
te pierdes el roce con las ortigas,
el solearte por los mercadillos de colores,
el tragar agua salada chapoteando en el mar.
Salirte de las directrices sacerdotales
no tendría que suponerte
el no estar en tu elemento.
¡Es insólito que tu naturalidad
se la coman los vientres de los templos!
¡Es inusitado, asfaltar la naturaleza
de los mares azules o de las lomas verdes
a las que miró con tanta pasión el Maestro!
* * *
No refuerces tus defensas
más de lo que ya están.
Se dice de los aduladores,
con los que tan buenas relaciones mantienes,
y se dice desde mucho antes de Cristo,
que son “profetas embusteros”.
Escucha, abre tus ojos y la hondura de detrás,
a quienes te contestan y tutean
o hacen guasa de tus galas.
No somos enemigos,
nos gusta la llaneza del cristianismo,
nos aburre y hastía
tu drogadicción de insustancialidad,
nos desalienta tu planteamiento inspector
a base de retahílas clericales.
* * *
También somos misericordiosos
y bautizados y más o menos cristianos,
aunque no supeditemos nuestra estabilidad
a un régimen clericalista dirigido por obispos.
Olidos los aromas del Evangelio
lo que vosotros presentáis
es un desagradable ambientador.
Desparroquializados no es desjesuscristianizados.
Es que tu vida de obispo no nos espabila.
Te reclamamos el ejemplo desordenador
y que desconciertes a lo que te imbeciliza.
* * *
No podemos renunciar a ser utópicos,
mirando a Jesús,
para establecernos como realistas,
mirando a los obispos.
Sabemos por el Espíritu del Señor
que las cosas pueden ser de otra manera.
* * *
Irnos los domingos lejos de la patena,
las cuaresmas lejos del confesionario
y los años lejos del orden sacerdotal,
no nos crea ya desasosiego.
Sin el permiso del clero,
hemos comprendido un poquito más a Dios.
* * *
Queremos que estés a nuestro lado,
como hermano que choca
con los sábados infrahumanizadores
y no se amolda
a las exquisitas ventajas que éstos deparan,
como hijo de Dios que vive con otros hijos de Dios;
pero no fomentando hijos de “padres” sacerdotales,
pero no desolándonos con la imagen usual
de obispo de externos atavíos;
¿Tanto pedimos?
¿Proponemos despropósitos?
¿Es este lenguaje infraterno o desbocado?
* * *
En pocas palabras,
si te pones a la escucha de la valentía
entenderás que la oferta que exhibís
está demasiado desnaturalizada,
y a la corta y a la larga esto no satisface.
Hay mucha necesidad de hierba salvaje,
de aire, agua, cielo, sabores originantes.
_ Fernando J. del Valle*
Contribuido por Teodoro Fernández Reyes
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*Fernando J. del Valle es teólogo seglar, licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia de Salamanca.