Perfil de Mujer

A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA…

A veces, una hoja desprendida

de lo alto de los árboles, un lloro

de las linfas que pasan, un sonoro

trino de ruiseñor, turban mi vida.

Vuelven a mí medrosos y lejanos

suaves deliquios, éxtasis supremos;

aquella estrella y yo nos conocemos,

ese árbol, esa flor son mis hermanos.

En el abismo del dolor penetra

mi espíritu, bucea, va hasta el fondo,

y es como u libro misterioso y hondo

en que puedo leer letra por letra.

Un ambiente sutil un aura triste

hacen correr mi silencioso llanto,

y soy como una nota de ese canto

doloroso de todo lo que existe.

Me cercan en bandada los delirios…

(¿Es alucinación…, locura acaso?)

Me saludan las nubes a su paso

y me besan las almas de los lirios.

¡Divina comunión!… Por un instante

son mis sentidos de agudeza rara…

Ya sé lo que murmuras, fuente clara;

ya sé lo que me dices, brisa errante.

De todo me liberto y me desligo

a vivir nueva vida, de tal modo,

que yo no sé si me difundo en todo

o todo me penetra y va conmigo.

Mas todo huye de mí y el alma vuela

con torpes alas por un aura fría,

en una inconsolable lejanía,

por una soledad que espanta y hiela.

Por eso en mis ahogos de tristeza,

mientras duermen en calma mis sentidos,

tendiendo a tus palabras mis oídos

tiemblo a cada rumor, naturaleza;

y a veces una hoja despendida

de lo alto de los árboles, un lloro

de las linfas que pasan, un sonoro

trino de ruiseñor, turban mi vida.

 

 

Silenter, 1909